En los últimos meses hemos visto a varias figuras públicas y entidades privadas abrir cuenta en TikTok. Lo curioso no es que lo hagan, sino lo que simboliza: la carrera por llegar a públicos cada vez más jóvenes.
Pero detrás de esa tendencia hay una pregunta que también afecta a empresas, instituciones o fundaciones:
¿De verdad toda organización tiene que estar en todas las redes?
De la presencia al propósito
Durante años, tener perfiles en redes sociales era sinónimo de “estar al día”. Y muchas organizaciones se lanzaron a abrir cuentas por todas partes. El problema es que cuantos más canales se abren sin rumbo, más se dispersa la voz.
Cada red tiene su ritmo y su lenguaje:
- TikTok vive de la espontaneidad.
- Instagram emociona desde la imagen.
- X (Twitter) gira en torno a la conversación inmediata.
- LinkedIn construye reputación y pensamiento.
- Facebook mantiene vínculos y comunidad.
No se trata de publicar lo mismo en todas partes, sino de entender qué queremos conseguir en cada espacio.
El reto de las generaciones “viejunas”
Cuando una organización con trayectoria intenta entrar en redes más jóvenes, el problema no es la edad. Es la coherencia.
TikTok, por ejemplo, no castiga los años: castiga la falta de naturalidad. No hace falta fingir juventud ni buscar viralidad a toda costa. Lo que conecta es la autenticidad.
Las nuevas generaciones valoran la honestidad más que la perfección. Si una entidad se muestra tal cual es —humana, imperfecta, real— puede funcionar mejor que muchas marcas “modernas” que intentan forzar su tono.
No se trata de parecer joven, sino de ser relevante para quien te escucha.
Estrategia antes que presencia
Las redes no son un escaparate. Son lugares donde la gente conversa, observa, compara y decide en quién confía.
Antes de abrir un perfil, cualquier organización debería preguntarse:
- ¿Dónde está mi público realmente?
- ¿Qué quiero aportar ahí?
- ¿Tengo capacidad para mantenerlo a largo plazo?
Muchas veces, menos es más. Una red bien cuidada comunica más que cuatro abandonadas.
Cada red tiene un propósito distinto
No todas las redes sirven para lo mismo. Y entenderlo ahorra tiempo, energía y frustraciones.
| Objetivo | Red más adecuada | Tipo de contenido |
|---|---|---|
| Construir reputación profesional | Artículos, reflexiones, casos reales | |
| Conectar con la comunidad | Instagram / Facebook | Historias, emociones, proyectos |
| Llegar a públicos jóvenes | TikTok / YouTube Shorts | Formatos breves, tono natural, storytelling |
| Compartir actualidad o opinión | X (Twitter) | Mensajes claros y rápidos, conversación pública |
Lo importante no es tener todas, sino saber qué papel juega cada una dentro de la estrategia general.
Madurez digital: saber dónde no estar
Hay algo muy sano en aprender a decir “no” a una red. No estar en todas partes no es perder presencia. Es ganar foco.
Para organizaciones maduras —editoriales, educativas, científicas o del tercer sector—, el reto no es ser virales, sino comunicar con coherencia y propósito.
La madurez digital no se mide por la cantidad de canales abiertos, sino por la claridad con la que se eligen los espacios donde realmente se aporta valor. Las redes cambian y todos quieren llegar a nuevas audiencias. Pero estar no basta.
Cada red tiene su propia cultura, y entrar sin entenderla es hablar un idioma que nadie escucha. La clave está en ser auténticos, selectivos y estratégicos. En saber que a veces, no estar también comunica.
Porque en comunicación digital, no gana quien habla más, sino quien sabe cuándo, cómo y dónde hacerlo.