Contar lo que haces es importante. Pero contar por qué lo haces y a quién transforma es lo que realmente genera impacto.
Las organizaciones con propósito —ya sean fundaciones, entidades educativas, medios o proyectos sociales— suelen tener grandes historias que no siempre saben comunicar. Hablan de actividades, datos o servicios, pero olvidan algo esencial: las personas conectan con otras personas, no con informes.
Aquí exploramos cómo construir narrativas que movilicen, inspiren y generen acción.
1. No vendas lo que haces, muestra el cambio que generas
El error más común es hablar en exceso de lo que se hace: programas, servicios, campañas. Pero lo que interesa no es tanto la acción, sino el resultado: qué cambia gracias a esa acción.
En lugar de:
“Damos talleres sobre salud mental para adolescentes”
Prueba con:
“Cada semana, 20 adolescentes aprenden a identificar sus emociones y pedir ayuda cuando lo necesitan.”
La diferencia está en poner el foco en la transformación, no en la herramienta.
2. Elige protagonistas, no cifras
Las cifras son importantes, pero no lo son todo. Un número no genera empatía por sí solo. En cambio, una historia concreta puede abrir puertas, activar donaciones o motivar una participación real.
- Habla de Marta, no de “los usuarios del programa”.
- Cuenta qué vivió Juan antes y después de asistir a tu formación.
- Describe el día a día de alguien a quien tu organización ha acompañado.
Las historias reales inspiran mucho más que los datos estadísticos. Y, paradójicamente, hacen que los datos cobren sentido.
3. Crea una estructura clara: situación, cambio, resultado
No necesitas ser un gran narrador. A veces, basta con seguir una estructura sencilla:
- Antes: ¿Qué problema tenía esta persona o comunidad?
- Durante: ¿Qué hicisteis como organización?
- Después: ¿Qué cambió tras vuestra intervención?
Este esquema básico es aplicable a una publicación en redes, una newsletter o incluso una nota de prensa. Y ayuda a que el mensaje no se pierda entre tecnicismos.
4. Usa lenguaje humano, no institucional
Una narrativa que moviliza no se escribe como un informe. Evita los párrafos impersonales y los términos técnicos. Habla como hablarías en persona, con sencillez, cercanía y empatía.
Mejor: “Ayudamos a niños con dislexia a disfrutar de la lectura.”
Peor: “Facilitamos programas de accesibilidad lectora para la población neurodivergente.”
Incluso si trabajas con sectores complejos (como salud o tecnología), tu historia debe poder entenderla cualquier persona en menos de un minuto.
5. Muestra, no expliques
Una buena narrativa se construye con escenas, no con conceptos abstractos. En lugar de decir “acompañamos a mujeres en situación de vulnerabilidad”, muestra cómo una de ellas encontró empleo o recuperó su autoestima.
“No sabía leer, pero ahora cada noche me toca a mí contarle el cuento a mi hija.”
Eso, moviliza.
6. Cierra siempre con una idea movilizadora
Toda narrativa debe invitar a una acción: donar, compartir, apuntarse, preguntar… o simplemente reflexionar. El cierre es lo que convierte una historia en una oportunidad de conexión.
- ¿Qué puedes hacer tú hoy?
- ¿Quieres formar parte del cambio?
- ¿Qué historia quieres escribir tú con nosotros?
Hazlo sin presión, sin eslóganes vacíos. Solo con honestidad y claridad.
Tu historia merece ser bien contada
Las organizaciones que transforman vidas necesitan contarlo. Y contarlo bien. No desde la autopromoción, sino desde la verdad, la empatía y la escucha.
Si no comunicas el valor de lo que haces, otros lo harán por ti… o peor aún, nadie lo sabrá.
¿Qué historia de tu organización debería ser contada hoy?